Novena a la Inmaculada - Tota pulchra es, Maria!



Oh, Virgen Santísima, que habéis sido agradable al Señor y os convertisteis en su Madre; Virgen Inmaculada en vuestro cuerpo, en vuestra alma, en vuestra fe y en vuestro amor, mirad con ojos benévolos a los infelices que imploran vuestra poderosa protección.
La serpiente infernal, contra quien fue lanzada la maldición primera, continúa combatiendo y tentando a los pobres hijos de Eva. 
Vos, Madre nuestra bendita, nuestra Reina y Abogada, vos que habéis aplastado la cabeza del enemigo desde el primer instante de vuestra concepción, acoged las plegarias que, unidos a vos en un solo corazón, os rogamos presentéis ante el trono de Dios, para que jamás nos dejemos arrastrar a las emboscadas que nos son preparadas, sino que alcancemos el puerto de salvación y que, en medio de tantos peligros, la Iglesia y la sociedad cristiana canten una vez más el himno de la liberación, de la victoria y de la paz. 
Amén.
San Pio X

Primer Domingo de Adviento - Veni, Veni Emmanuel!


Adviento?


Los cristianos, al adoptar el término "Adviento", quisieron expresar la relación especial que los unía a Cristo crucificado y resucitado. Él es el Rey que, al entrar en esta pobre provincia llamada tierra, nos ha hecho el don de su visita y, después de su resurrección y ascensión al cielo, ha querido permanecer siempre con nosotros: percibimos su misteriosa presencia en la asamblea litúrgica. En efecto, al celebrar la Eucaristía, proclamamos que él no se ha retirado del mundo y no nos ha dejado solos, y, aunque no lo podamos ver y tocar como sucede con las realidades materiales y sensibles, siempre está con nosotros y entre nosotros; más aún, está en nosotros, porque puede atraer a sí y comunicar su vida a todo creyente que le abra el corazón. Por tanto, Adviento significa hacer memoria de la primera venida del Señor en la carne, pensando ya en su vuelta definitiva; y, al mismo tiempo, significa reconocer que Cristo presente en medio de nosotros se hace nuestro compañero de viaje en la vida de la Iglesia, que celebra su misterio. Esta certeza, queridos hermanos y hermanas, alimentada por la escucha de la Palabra de Dios, debería ayudarnos a ver el mundo de una manera diversa, a interpretar cada uno de los acontecimientos de la vida y de la historia como palabras que Dios nos dirige, como signos de su amor que nos garantizan su cercanía en todas las situaciones; en particular, esta certeza debería prepararnos para acogerlo cuando "de nuevo venga con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin", como repetiremos dentro de poco en el Credo. En esta perspectiva, el Adviento es para todos los cristianos un tiempo de espera y de esperanza, un tiempo privilegiado de escucha y de reflexión, con tal de que se dejen guiar por la liturgia, que invita a salir al encuentro del Señor que viene. "¡Ven, Señor Jesús!": esta ferviente invocación de la comunidad cristiana de los orígenes debe ser también, queridos amigos, nuestra aspiración constante, la aspiración de la Iglesia de todas las épocas, que anhela y se prepara para el encuentro con su Señor. "¡Ven hoy, Señor!"; ilumínanos, danos la paz, ayúdanos a vencer la violencia. ¡Ven, Señor! rezamos precisamente en estas semanas. "Señor, ¡que brille tu rostro y nos salve!": hemos rezado así, hace unos instantes, con las palabras del salmo responsorial. Y el profeta Isaías, en la primera lectura, nos ha revelado que el rostro de nuestro Salvador es el de un padre tierno y misericordioso, que cuida de nosotros en todas las circunstancias, porque somos obra de sus manos: "Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es "Nuestro redentor"" (Is 63,16). Nuestro Dios es un padre dispuesto a perdonar a los pecadores arrepentidos y a acoger a los que confían en su misericordia (cf. Is 64, 4). Nos habíamos alejado de él a causa del pecado, cayendo bajo el dominio de la muerte, pero él ha tenido piedad de nosotros y por su iniciativa, sin ningún mérito de nuestra parte, decidió salir a nuestro encuentro, enviando a su Hijo único como nuestro Redentor. Ante un misterio de amor tan grande brota espontáneamente nuestro agradecimiento, y nuestra invocación se hace más confiada: "Muéstranos, Señor, hoy, en nuestro tiempo, en todas las partes del mundo, tu misericordia; haz que sintamos tu presencia y danos tu salvación" .

(Papa Benedicto XVI, Primer domingo de Adviento 2008)

Ultimo Domingo del año litúrgico - Avisos

El ultimo juicio - Fra Angelico
Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. El enviará a sus ángeles con sonora trompeta, y reunirán de los cuatro vientos a sus elegidos, desde un extremo de los cielos hasta el otro. (Matt. 24, 30)

Avisos: 

Cantemisa el 28 de Noviembre:

El sábado próximo tendremos en la abadía del Valle de los Caídos el cantemisa de Don Federico de Martín Pazat a las 12,30hs.

Visita a España de Mons Wach, Prior General del Instituto: 


El domingo próximo celebrará esta Santa Misa de las 11, Mons. Wach fundador y superior de nuestro Instituto de Cristo Rey Sumo Sacerdote.


Esta semana no tendremos catecismo de confirmación ni de primera comunión, ni adoración.



Ordenación sacerdotal en Florencia:


El Jueves 26 de Noviembre será ordenado sacerdote en Florencia Don Pierre Bivouli (en la foto con el arzobispo de Libreville),  será el primer sacerdote gabonés del Instituto, que nos visitó hace algunos años. 

Rezamos por él y su familia.




En Madrid, Fiesta de la Almudena


La Virgen de la Almudena:

La Virgen de la Almudena está unida, desde el primer momento, a la historia cristiana de Madrid. Según la tradición, en los arrabales del pequeño villorrio que era Magerit se daba culto a la Virgen de la Vega. El año 702, y ante el peligro de que fuera profanada por los musulmanes, los madrileños la escondieron en un cubo de la muralla con dos cirios encendidos.

El Rey Alfonso VI había oído muchas veces a sus súbditos que hacía años habían encerrado la imagen de la Virgen de la Vega en la muralla. Había ordenado buscarla, sin lograrlo. Hizo la promesa de que si ganaba la ciudad de Toledo intensificaría la búsqueda: al terminar la batalla vino a Madrid y organizó rogativas y una solemne procesión, en la que participó él mismo, alrededor de la muralla. Y el 9 de noviembre de 1085, al pasar por el cubo de la muralla, con gran ruido cayó un gran trozo de la misma y apareció la imagen de la Virgen.

A partir de entonces, los madrileños la llamaron Virgen de la Almudena, por aparecer en la almudayna o ciudadela en árabe. Y la tuvieron por Patrona.

En 1646, la Virgen salva a Madrid de una catástrofe y el Ayuntamiento se compromete a asistir todos los años a su fiesta, haciendo Voto de ello.

La Virgen de la Almudena estuvo vestida hasta 1890 que el Obispo de Madrid D, Ciriaco Sancha la mandó restaurar y despojarla de sus vestiduras.

La imagen de la Virgen ha cambiado de lugar a lo largo de los siglos: Santa María, iglesia del Sacramento, otras capillas de Madrid, otra vez el Sacramento, en 1911 la Cripta de la Catedral, otra vez Sacramento, Catedral de San Isidro, hasta llegar a la Catedral de la Almudena, donde fue entronizada el 15 de junio de 1993, tras la consagración del templo-catedral por el Papa Juan Pablo II.

La Virgen de la Almudena fue declarada patrona de la diócesis de Madrid por el Papa Pablo VI.

En honor suyo y bajo su advocación, se ha construido la Catedral, que fue consagrada por el Papa Juan Pablo II el 15 de junio de 1993.

(del sitio del archidiócesis de Madrid)


Indulgencia Plenaria

Con motivo de la celebración del 375 aniversario de la fundación de la Real Esclavitud de Santa María la Real de la Almudena, el Santo Padre, Francisco, ha concedido Indulgencia Plenaria.

De acuerdo con lo establecido por el decreto de la Penitenciaria Apostólica para este día, S. E. R. Mons. Carlos Osoro Sierra, concederá la bendición papal con indulgencia plenaria a todos aquellos fieles que, verdaderamente arrepentidos, participen en la Santa Misa Solemne que se celebrará el lunes 9 de noviembre de 2015 en la Plaza Mayor de Madrid, con ocasión de la solemnidad de Santa María la Real de la Almudena, Patrona de la Archidiócesis de Madrid, cumpliendo las condiciones establecidas para ello: confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice.




La dedicación de la Basílica de Letrán (en Madrid el 8 de Noviembre)

En lo alto del gracioso baldaquino del siglo XIV.
 (Arnolfo di Cambio),
las cabezas de San Pedro y San Pablo.

Archibasilica Sanctissimi Salvatoris et Sancti Iohannes Baptista et Evangelista in Laterano
Omnium urbis et orbis ecclesiarum mater et caput

Según una tradición que arranca del siglo XII, se celebra el día de hoy el aniversario de la dedicación de la basílica construida por el emperador Constantino en el Laterano. La Basílica de Letrán es la iglesia-madre de Roma, dedicada primero al Salvador y después también a San Juan Bautista.

Esta celebración fue primero una fiesta de la ciudad de Roma; más tarde se extendió a toda la Iglesia de rito romano, con el fin de honrar aquella basílica, que es llamada «madre y cabeza de todas las iglesias de la Urbe y del Orbe», en señal de amor y de unidad para con la cátedra de Pedro que, como escribió san Ignacio de Antioquía, «preside a todos los congregados en la caridad».



Homilía del Papa Benedicto XVI: (12/09/2008)

Bajo las bóvedas de esta histórica catedral, testigo de la constante comunicación que Dios ha querido entablar entre los hombres y Él, la Palabra acaba de resonar bajo estas bóvedas para ser la materia de nuestro sacrificio vespertino,  evidenciado por la ofrenda del incienso que hace visible la alabanza a Dios. Providencialmente, las palabras del salmista describen la emoción de nuestra alma con una precisión que no nos habríamos atrevido a imaginar: “¡Qué alegría cuando me dijeron: ‘Vamos a la casa del Señor’!” (Sal 121,1). Laetatus sum in his quae dicta sunt mihi: el gozo del salmista, contenido en estas palabras del salmo, se expande en nuestros corazones y suscita en ellos un eco profundo. Alegría en ir a la casa del Señor, porque, los Padres nos lo han enseñado, esta casa no es más que el símbolo concreto de la Jerusalén de arriba, la que desciende hacia nosotros (cf. Ap 21,2) para ofrecernos la más bella de las moradas. “Si moramos en ella –escribe san Hilario de Poitiers–, somos conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, porque es la casa de Dios” (Tratado sobre los salmos, 121,2). Y San Agustín reafirma: “Este salmo aspira a la Jerusalén celeste. Es uno de los cánticos graduales, que no se compusieron para bajar, sino para subir. En nuestro exilio, suspiramos, en la patria gozaremos; pero a veces, durante nuestro exilio, nos encontramos con compañeros que han visto la ciudad santa y que nos invitan a correr hacia ella” (Comentario sobre los salmos, 121, 2). Queridos amigos, durante estas vísperas, nos unimos con el pensamiento y la oración a las innumerables voces de los que han cantado este salmo, aquí mismo, antes que nosotros, desde hace siglos y siglos. Nos unimos a los peregrinos que subían a Jerusalén y las gradas de su templo, nos unimos a los millares de hombres y mujeres que comprendieron que su peregrinación en la tierra encuentra su meta en el cielo, en la Jerusalén eterna, y que confiaron en Cristo como guía. ¡Qué gozo, pues, saber que estamos rodeados por tan gran muchedumbre de testigos!

Nuestra peregrinación hacia la ciudad santa no sería posible, si no se hiciera como Iglesia, semilla y prefiguración de la Jerusalén de arriba. “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles” (Sal 126,1). Quién es este Señor sino Nuestro Señor Jesucristo. Fue Él quien fundó la Iglesia, quien la ha edificado sobre la roca, sobre la fe del Apóstol Pedro. Como dice también san Agustín: “Es el Señor Jesucristo quien construye su propia casa. Muchos son los que trabajan en la construcción, pero, si Él no construye, en vano se cansan los albañiles” (Comentarios sobre los salmos, 126,2). Ahora bien, queridos amigos, Agustín se plantea la cuestión de saber quiénes son los albañiles, y él mismo responde: “Todos los que predican la palabra de Dios en la Iglesia, los dispensadores de los misterios de Dios. Todos nos esforzamos, todos trabajamos, todos construimos ahora”; pero es sólo Dios quien, en nosotros, “edifica, quien exhorta, quien amonesta, quien abre el entendimiento, quien os conduce a las verdades de la fe” (Ibid.). ¡Qué maravilla reviste nuestra actividad al servicio de la divina Palabra! Somos instrumentos del Espíritu; Dios tiene la humildad de pasar a través de nosotros para sembrar su Palabra. Llegamos a ser su voz después de haber vuelto el oído a su boca. Ponemos su Palabra en nuestros labios para ofrecerla al mundo. La ofrenda de nuestra plegaria le es agradable y le sirve para comunicarse con todos los que nos encontramos. En verdad, como dice Pablo a los Efesios: “Él nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales” (1,3), ya que nos ha escogido para ser sus testigos hasta los confines de la tierra y nos ha elegido antes de nuestra concepción, por un don misterioso de su gracia.

Su Palabra, el Verbo, que desde siempre esta junto a Él (cf. Jn 1,1), nació de una mujer, nacido bajo la Ley, “para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción (Ga 4,4-5). El Hijo de Dios se encarnó en el seno de una Mujer, de una Virgen. Vuestra catedral es un himno vivo de piedra y de luz para alabanza de este acto único de la historia humana: la Palabra eterna de Dios entrando en la historia de los hombres en la plenitud de los tiempos para rescatarlos por la ofrenda de sí mismo en el sacrificio de la Cruz. Las liturgias de la tierra, ordenadas todas ellas a la celebración de un Acto único de la historia, no alcanzarán jamás a expresar totalmente su infinita densidad. En efecto, la belleza de los ritos nunca será lo suficientemente esmerada, lo suficientemente cuidada, elaborada, porque nada es demasiado bello para Dios, que es la Hermosura infinita. Nuestras liturgias de la tierra no podrán ser más que un pálido reflejo de la liturgia, que se celebra en la Jerusalén de arriba, meta de nuestra peregrinación en la tierra. Que nuestras celebraciones, sin embargo, se le parezcan lo más posible y la hagan presentir.


Día de difuntos

"Aunque Dios nos lo quite todo, nunca nos dejará sin El, mientras no lo queramos. 
Pero hay más; nuestras pérdidas y separaciones no son más que por breve plazo."
San Francisco de Sales - Epistolario


VISITA AL CEMENTERIO


Yo me postro sobre esta tierra donde reposan los restos mortales de mis queridos padres, parientes, amigos, y todos mis hermanos en la fe que me han precedido en el camino de la eternidad. Mas ¿que puedo hacer yo por ellos? ¡Oh divino Jesús, que padeciendo y muriendo por nuestro amor nos comprasteis con el precio de vuestra sangre la eterna vida; yo se que vivís y escuhais mis plegarias y que es copiosísima la gracia de vuestra redención. Perdonad, pues oh Dios misericordioso, a las almas de estos mis amados difuntos, libradlas de todas las penas y de todas las tribulaciones, y acogedlas en el seno de vuestra Bondad y en la alegre compañía de vuestros Ángeles y Santos para que, libres de todo dolor y de toda angustia, os alaben, gocen y reinen con Vos en el Paraíso de vuestra gloria por todos los siglos de los siglos. Amén.

Se concede indulgencia plenaria, aplicable sólo a las almas del purgatorio, a los fieles cristianos que visiten piadosamente un cementerio (aunque sea mentalmente) y que oren por los difuntos.


Para ganar una indulgencia plenaria, además de querer evitar cualquier pecado mortal o venial, hace falta cumplir tres condiciones:
  • Confesión sacramental
  • Comunión Eucarística y
  • Oración por las intenciones del Papa.

    Las tres condiciones pueden cumplirse unos días antes o después de rezar o hacer la obra que incorpora la indulgencia, pero es conveniente que la comunión y la oración por las intenciones del Papa se realicen el mismo día rezando a su intención un solo Padrenuestro y un Avemaría; pero se concede a cada fiel la facultad de orar con cualquier fórmula, según su piedad y devoción.

Todos los Santos- Avisos


Pero, ¿cómo podemos llegar a ser santos, amigos de Dios? A esta pregunta se puede responder ante todo de forma negativa:  para ser santos no es preciso realizar acciones y obras extraordinarias, ni poseer carismas excepcionales. Luego viene la respuesta positiva:  es necesario, ante todo, escuchar a Jesús y seguirlo sin desalentarse ante las dificultades. "Si alguno me quiere servir ―nos exhorta―, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará" (Jn 12, 26).

Quien se fía de él y lo ama con sinceridad, como el grano de trigo sepultado en la tierra, acepta morir a sí mismo, pues sabe que quien quiere guardar su vida para sí mismo la pierde, y quien se entrega, quien se pierde, encuentra así la vida (cf. Jn 12, 24-25). La experiencia de la Iglesia demuestra que toda forma de santidad, aun siguiendo sendas diferentes, pasa siempre por el camino de la cruz, el camino de la renuncia a sí mismo. 
(Benedicto XVI, fiesta de Todos los Santos 2006)

Avisos: Primer Viernes

Este viernes tendremos adoración en la casa Santa Teresa de Jesús de las 21hs30 a las 12 de la noche.